viernes, 1 de mayo de 2015

Madrid

De vuelta al trabajo, parece que los días hayan pasado volando, aunque se vuelve a comenzar con otro talante, con más energía y de mejor humor.
Madrid me pareció esta vez una ciudad más cálida incluso que la que conocía. El tiempo primaveral invitaba a quedarse en la calle la mayor parte del día. A mi llegada, como si se tratase de una especie de sortilegio, una mujer anciana se dirigió a mí y me dijo sonriendo: ”como te veo, me vi; como me ves, te verás". Me deseó un feliz día y se marchó. Según su apariencia, superaba los ochenta años y paseaba sin dificultad bajo el sol. Vestía con elegancia abrigo rojo, zapatos de medio tacón y bonito bolso con iniciales. Si he de ser como ella, si como la veo, me veré, no tendría ningún problema en firmar ahora mismo un contrato que lo asegurase. En el primer escaparate que vi, apostada en una acera y mirando a mi izquierda, se presentaban todas las clases de vino que se elaboran en una bodega de mi pueblo gallego, y ya es casualidad. Merodear por el rastro en domingo, entre la gente y todo tipo de cachivaches, con mi querida amiga I haciendo de guía, con el sol envolviéndolo todo, me hizo feliz a pesar del cansancio. Los coquetos y umbríos cafés de Malasaña, además de otros tantos muchos rincones inéditos para mi sensibilidad, invitaban a quedarse más tiempo. Otra vez será. El próximo mes viajaremos a otra capital, pero antes, I nos devuelve la visita.


1 comentario:

  1. Hola Annie. Hace años ke perdi el contacto contigo y com Rosa E, no tengo perdon. Me gustaria saber de tus andanzas, si molesto lo entiendo.
    Un abrazo Josiño

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